CARTAS A MI MUJER TREINTA Y CUATRO

26 DE ENERO DE 1998, MÁLAGA

He pensado estos días en el mar, que no competiré más con los grandes diarios ciudadanos, las cadenas de televisión oficiales o de las otras, los Estados modernos y, tampoco, competiré más con otras escuelas o con otros grupos que, en realidad, lo único que podrían hacer bien es comenzar a estudiar conmigo.
Yo, en realidad, compito y creo que ya he ganado, con mis amigos de juventud, con otros colegas similares, con algunos grupos de pensamiento, la mayoría de los grandes poetas y en lo que respecta al vivir, ya lo hago mejor que mis padres. Algo es algo.
Después, todavía, queda que quiero ser un escritor. Eso, todavía, no lo tengo solucionado del todo. Y eso no quiere decir que tengo que ser bueno o grandioso. Como soy, para ser un escritor tengo que ser como soy, amar lo que me tocó ser, vivir de eso.
Hacer escalas en mí mismo y decir: Yo reconozco este lugar, hablo las palabras de este sitio y cuando alguien me llame por mi nombre de pila, reconoceré con un saludo ese pasado y aceptaré haber vivido.
Haber sido todo tripa, todo corazón, pero el resto del tiempo, os aseguro, me la pasaré volando más allá de mis versos, para encontrar algo de paz (pan para todo el mundo), un poco de esperanza (algo de poesía con el pan) y cantaré y con mis iguales aceptaré cualquier tipo de competencia y aceptaré perder, cuantas veces sea necesario perder, para aprender algo de la vida, algo del goce.
Con los poderosos, con los verdaderos dueños del mundo, y no hará falta que los enumere, no competiré nunca más con ellos, es decir no gastaré ningún dinero en que los poderosos me reconozcan.
A partir de ahora con los poderosos, sólo dos cosas serán posibles, someterme o, cuando sea grande, hacer la guerra.
El resto de las cosas, imposibles, educar, escribir, amar, andar por los aires, todo eso lo haré con las mujeres, con los hombres como yo, como tú, quiero decir, como mi mujer, como el frutero de la esquina o el camarero o la muchacha de la blusa azul, o la adolescente perversa que después de chupar con fruición, durante quince minutos, la poya de un hombre maduro le acusa, en su fantasía, de acoso sexual.

Comentarios

  1. pasá por mi blog lasangrequefaltaba que hay un premio para tí

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  2. Me ha encantado leer esta carta. Una forma de afrontar la vida es esa: evitar competir. ¡Tan de moda! Parece que quien no compite con algo o con alguien está fuera del circuito. Pero, ¿qué circuito? Es una locura, quizás arriesgarse, pero es una locura sana. A la postre, la competencia deja entrever un cierto halo de envidia... ¿no? o un cierto halo de egocentrismo... Vamos que es mejor optar por vivirse como se es y para lo que se es. Si merecimos la pena, nos lo reconocerán.

    Felicidades por el premio y un beso sin ánimo de competencia.

    Laura

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