Cartas a mi mujer sesenta y uno

LUNES, 13 ENERO 1999, MADRID, SOY EL SIGLO XX

-Cuarta parte-


Perdonen la palabra del POETA, él tampoco nos pertenece. Su voz es la tormenta de nuestra voz. Su canto es el estallido de nuestro canto. El cuerpo del POETA, yace a mil kilómetros de profundidad, es inalcanzable.
Señor Menassa, denos una ayudita: ¿la muerte existe para todos? ¿la vagina azul es la vagina de su madre? ¿la pija que usted nombra es el loco y furioso sexo masculino que desgarra en verano las pieles femeninas?
Sólo existe la muerte de los amigos, de los más íntimos, de los que forman parte de nuestro cuerpo, de aquellos que son una palabra importante en nuestras ceremonias.
La vagina azul es la negra vagina de tu madre, que te irrita durante la mañana y te somete por las noches.

Tu pobre pija, pájaro de papel, tu culo, ensangrentado por la duda.
Tu destino, mirar cómo nos escapamos de tus manos. El cielo es infinito.
Vuelo sobre la alondra
que comerá tu corazón.

Atleta de locuras infinitas hoy me detendré a llorar.

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