Cartas a mi mujer sesenta y nueve
AÑO 2000, PRIMERO DE MAYO, DÍA INTERNACIONAL DEL TRABAJO
En uno de mis poemas de juventud llegué a decir: “No estoy maravillado por mi vida. Estoy arteramente sorprendido por mi vida” en ese momento (1976-1981), los pasajes más negros del exilio hacían verdadero mi decir. Lo que no pude saber en ese momento fue que, 25 años después, mi vida me volvería a sorprender arteramente.
Hace 25 años, un cuarto de siglo, ninguna felicidad esperaba a un hombre que lo había abandonado todo para seguir viviendo. Fue, entonces, cuando fui atravesado por una frase del inmenso poeta cubano, José Martí: “La felicidad sólo puede hallarse en el camino del trabajo” y volví a tener ilusiones de ser feliz, podía producir con mi trabajo un poco de felicidad para mi pequeña familia.
El sólo pensarlo me hacía feliz.
Lo que no sabía hace 25 años era que a los trabajadores se los puede explotar de una manera absoluta, se los puede estafar impunemente.
Y entonces fue cuando escribí:
“No fui feliz
porque ser feliz
es una argucia del sistema.
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