CARTAS A MI MUJER VEINTISEIS

6 DE NOVIEMBRE DE 1997, MADRID

Querida, querida, llueve en Madrid y estoy muy triste, muy triste.
Ya murió Pablo, una vez más, ya murieron como todos los años los muertos por la lluvia, una vez más. Ya el periodismo como todos los días se cebó con los cuerpos despedazados, los rostros sangrantes, los corazones destrozados, una vez más.
Yo estoy aquí, vivo, me salvé de los recuerdos, me salvé de las inundaciones y me salvé del periodismo, pero estoy triste, muy triste. Sigo en pie, creo que todavía estoy vivo, en esa creencia te amo.
Cuando quiero escribir estrellas luminosas, me alejo de Madrid, me alejo de Buenos Aires, me coloco fuera de toda posibilidad y escribo, amor mío, sé que nos esperan grandes días, grandes noches de gloria. Por eso te escribo con intensidad, por eso descuelgo del universo este pedazo de gloria y fabrico, con todo eso, este pequeño ramillete de flores campesinas en plena ciudad, este dolor amado en el corazón de la noche.

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