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Mostrando entradas de marzo, 2009

CARTAS A MI MUJER VEINTISIETE

3 DE DICIEMBRE DE 1997, MAR DEL PLATA PLAYA PRIVADA DEL GRAN HOTEL PROVINCIAL, DESAYUNANDO Un correntino afincado en Mar del Plata hace 21 años, me dice que si no tengo en regla los papeles él no me podrá servir el desayuno (hasta dónde, me dije en voz baja, éstos son todavía después de 12 años resabios de la dictadura). Primero no le quise decir nada, después, con relativa calma pude decirle: Y por qué no averigua usted si yo, el gran poeta Miguel Menassa, merece o no merece un desayuno, en este día jueves inolvidable. Y en lo del jueves, tengo que decir la verdad, me parezco a César Vallejo, pero después fue todo distinto. Él se moría en París con aguacero. Yo me rasco los huevos en Mar del Plata y un sol tibio me acaricia la frente atravesando la ventana. A él le dieron duro con un palo y duro. Yo me agarré la pija endurecida con las dos manos y ella me la chupó hasta desmayarse. LAS 2001 NOCHES UN LIBRO QUE LEERLO DUELE Y NO LEERLO ES IMPERDONABLE.

CARTAS A MI MUJER VEINTISEIS

6 DE NOVIEMBRE DE 1997, MADRID Querida, querida, llueve en Madrid y estoy muy triste, muy triste. Ya murió Pablo, una vez más, ya murieron como todos los años los muertos por la lluvia, una vez más. Ya el periodismo como todos los días se cebó con los cuerpos despedazados, los rostros sangrantes, los corazones destrozados, una vez más. Yo estoy aquí, vivo, me salvé de los recuerdos, me salvé de las inundaciones y me salvé del periodismo, pero estoy triste, muy triste. Sigo en pie, creo que todavía estoy vivo, en esa creencia te amo. Cuando quiero escribir estrellas luminosas, me alejo de Madrid, me alejo de Buenos Aires, me coloco fuera de toda posibilidad y escribo, amor mío, sé que nos esperan grandes días, grandes noches de gloria. Por eso te escribo con intensidad, por eso descuelgo del universo este pedazo de gloria y fabrico, con todo eso, este pequeño ramillete de flores campesinas en plena ciudad, este dolor amado en el corazón de la noche.

CARTAS A MI MUJER VEINTICINCO

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JUEVES 30 DE OCTUBRE, 18:15 H Sé, lo he comprendido, cuando pueda convencerte a ti, millones de mujeres y algunos hombres querrán comprar lo que sólo existió para convencerte. Si tú no me denuncias por injurias, hasta seremos ricos de tanto vender lo que no existió nunca y yo te llevaré por los grandes salones y te follaré a cada momento con los ojos, con las palabras precisas, necesarias, te follaré en cada momento en cada poema de amor, en cada ceremonia, en los funerales, en las pequeñas catástrofes de todos los días y, también, te follaré, en las tristes hebras desprendidas de los grandes dolores de la vida, aún con nosotros. Bella de tierras extranjeras. Bella de mi país, me gustaría asegurarte que a los 80 años, también, leeremos, tranquilamente los periódicos y nos quejaremos, como cuando éramos jóvenes, del precio de las bebidas sin alcohol. Y alguien nos mirará a los ojos y ahí viviremos un pasado, vibrante, que esté ocurriendo hoy. Me despido, beso tus nalgas, cariñosamente,

CARTAS A MI MUJER VEINTICUATRO

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JUEVES 30 DE OCTUBRE, 18:15 H Un mes rascándome los huevos, escribiendo, buceando en lo insondable. Y se lo debo a todo el mundo y sólo me lo debo a mí. Eso es lo gracioso, lo divertido de la vida humana: Todos, cada uno por separado somos el centro del universo. Por eso, amor mío, que la mayoría de las veces no hay universo. Amor mío, amor mío, oye cómo ruge la mar contra los muros del torreón, oye amor mío, amor mío, el ruido benéfico del goce venidero, por ejemplo de este mismo viernes a la noche, al encontrarnos en el pasillo de la casa o en alguna mirada furtiva y nos daremos cuenta que ya no somos los mismos y que podríamos, de desearlo, vivir otras vidas, amar otras realidades. Me gusta convencerte de nada pero sólo a vos.

CARTAS A MI MUJER VEINTITRES

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JUEVES 30 DE OCTUBRE, 15:45 H He comido, he zanjado cuestiones fundamentales de mi cuerpo. Puedo ahora volver al sol, a la escritura, a esa tierra mansa que, siempre, fue el poema para mí. Esa infinita llanura sin principio, sin fin, sin esperanzas. Esa mujer perfecta sin halagos, sin concesiones, siempre fue mía. Y yo que, en definitiva, era un muchacho de barrio yo te amaba a vos, en ella, permanentemente. Y siempre éramos millones cuando hacíamos el amor. Hasta las estrellas envidiaban esa titilación incansable .

CARTAS A MI MUJER VEINTIDOS

Te escribo, ahora, desde la terraza de la suite. El sol es abrasador y, por otro lado, tengo que terminar la carta. Sólo me queda hoy, lo que falta de hoy, ya es la hora de comer, y mañana. Dos días y una misión, terminar la carta pero, también hacer las maletas, volver a guardar los cien libros que traje para entretenerme, las 1.000 páginas que traje para corregir, las camisas, las corbatas, los calzoncillos sucios, también, de amor y terminar esta carta y despedirme del Casino. Ahora espero la comida. ¿Quién me ha visto y quién me ve? Voy a almorzar una tortilla de espinacas y una ensalada de endivias. Brutal. Lo que me ha pasado a mí en la vida, mi amor, debe haber sido brutal. Terminé comiendo espinacas como Popeye, quiero ser fuerte, quiero ser fuerte pero, también, soy un viejo boludo. Cualquier pibe de 20 años lo podría decir.

CARTAS A MI MUJER VEINTIUNO

Una mujer desnuda se introduce levemente en el mar. Cuando pasa a mi lado, me mira, sonríe, dice palabras, en un idioma desconocido, a las cuales yo contesto: Sí, muy frío, muy frío… Y ella se mete, como decía, levemente en el mar. Siempre tuve que ver con mujeres extranjeras, hasta vos fuiste para mí una mujer extranjera. Yo había nacido en medio del asfalto, vos habías nacido en medio de la pampa. Yo era un hombre, vos eras una mujer, siempre fuimos extranjeros a todo. Y, después, te lo digo, cuando te escribo, otros nombres me vienen a la mano, pero no los escribo, no tanto por lo que vos o yo podamos sentir o pensar de no ser únicos, que ya lo sabemos sino, precisamente, por lo que puedan sentir las no nombradas. Por eso sólo te nombro a vos y sé, al decirlo, que he caído en la trampa. Tú podrías decir o declarar, según las circunstancias, que todas esas mentiras fueron publicadas sin tu autorización y cualquier otra podría decir que de no ser que algunas hubieran sufri

CARTAS A MI MUJER VEINTE

JUEVES, 30 DE OCTUBRE, 14:30 H. Hoy me cuesta más escribir que días anteriores. Hace más de una hora que estoy a un metro del mar y, todavía, no he comenzado a escribir, ya me metí dos veces en el mar, pero escribir me cuesta. Pienso sarcásticamente, lo que cuesta vale, frase que me lleva por un lado, a la publicidad que hace actualmente el Grupo Cero, tratando de enseñarle a la gente, en general, el valor del psicoanálisis y por otro lado al segundo apellido de Amelia, a la cuesta de San Vicente, a de Lucia Vicente, que sos vos, a “questa” ragazza é molto bella; partiendo la palabra, la C, podría ser la concha de mi madre, y las “huestes” de amores parecidos para desprenderme de tanto amor. Y amor, amor de mis amores, poesía y tus piernas abiertas, siempre abiertas al sonido espectral de los tambores. El valor, terminé pensando, es lo que no se ve, por eso es fácil suprimirlo del pensamiento. El valor de las cosas, el valor del trabajo, eso ya nadie, casi nadie lo tiene en

CARTAS A MI MUJER DIECINUEVE

JUEVES 30 DE OCTUBRE, 11:00 H Uno debe sentirse un hombre de su edad (una mujer, se entiende) y si alguien me confunde con un joven, será para faltarme al respeto con menos trabajo, aunque yo no lo tenga y si alguien me trata como a un viejo, es porque considera que soy descartable, pero yo, tú si quieres, sigo siendo un hombre de mi edad. Juventud y vejez con dos argucias de los sistemas del Estado moderno. Sabemos que un niño de 8 años puede considerarse un experto en matemáticas, llamadas por algunos, superiores, o problemas de la lógica emparentada con la producción de conocimiento y un viejo de 80 años puede dar una conferencia de 7 horas de duración, en pie, o echarse un polvo, tranquilamente, en esta misma playa desde donde te escribo. Cuál es la diferencia entre un niño y un viejo cuando un río de lava hirviente baja de la montaña, cuáles las diferencias entre un hombre y una mujer frente a un tifón marino o frente a una borrasca loca y sedienta. Adiós mar, ahora volveré a hac

CARTAS A MI MUJER DIECIOCHO

JUEVES 30 DE OCTUBRE, 11:00 H Escuchad, el mundo es, verdaderamente, de quien lo piensa. Escuchad amada. Escuchad amadas. Escuchad damas en general. Lo nuestro fue posible porque venía en un poema. Un poema, os explico: una manera diferente de concebir el horizonte, el límite, la zozobra, la caída. Lo hemos aprendido todo, mi amor, casi todo, porque venía en un poema. POEMA: potro alado, yegua volcánica, mujer sostenida en el aire más de dos siglos por la vertiente oceánica de un verbo enamorado, hombre declinando, sin poder caer nunca del todo, sin poder tocar fondo jamás. Y un poema, también, es una pequeña ola, sin corazón, sin vientre, acariciando suavemente a una piedra muerta. Fuimos alcántaras, nueces perdidas, hojas de periódicos olvidadas. Te digo, mi amor, quiero que entiendas, exactamente, lo que te digo mi amor: Si llegamos a sentirnos viejos, estamos perdidos.

CARTAS A MI MUJER DIECISIETE

Hagámonos sospechosos delante de todo el mundo de querer vivir. De querer plasmar en una vida plena todas nuestras muertes amadas. Una vida, mi amor, donde haya sitio para todo el mundo, también para los vivos, para nosotros. Una vida, querida, que será contada con orgullo por hijos y nietos y biznietos y algún que otro intelectual enterado del fenómeno. A veces éramos los puntos cardinales opuestos para poder amarnos con mayor libertad. Llegamos a ser aristas de triángulos diferentes para poder amarnos en esa nueva dimensión. Nuevos decires atravesarán nuestra vida para siempre. Ya nunca más en nuestra familia se olvidarán del mar. Este mar, por ejemplo, desde donde te escribo, esta carta perdida y encontrada, sentado a un metro de las olas. No aguanté más y me metí en el mar, 30 de octubre, en España y, ahora, estoy contento y quiero que todo el mundo esté contento y me doy cuenta que estoy a punto de cometer el mismo error, una nueva vez, y rectifico diciéndolo de la siguiente maner