Cartas a mi mujer cuarenta y dos

30 DE ENERO DE 1998, MÁLAGA

-Tercera parte-

Oh, bella del mar, bella de las tinieblas, nadie te escuchará y, sin embargo, sólo habrá futuro, en tu voz que nadie escuchará.
Varón, creo que fui un varón, espléndido, en tus brazos.
Cuando ninguno de nosotros sabía conseguirse su pan para comer, tú me mirabas a los ojos y yo arañaba la corteza de la tierra y extraía todo el pan necesario y, después me quedaba mirando la lejanía y en el temblor de una noche cualquiera amaba, sin límites, la vida que vivía.

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